Su oreja sobre mi vientre



Con 20 años y poco más de 50 kilos, delante del espejo, miraba mi barriga perfectamente plana, lisa.

El ombligo no era más que un agujero en medio de los huesos de mi pelvis, y no había nada más que piel firme.

Ahora, pasados los 40 y con bastantes kilos más, me miro al espejo y por mucho que aguante la respiración, aprete la barriga o la estruje entre mis manos para intentar esconderla, ahí está. El ombligo se ha convertido en un agujero rodeado de pliegues, estrias, y lineas oscuras.

Pero cuando pienso en los "culpables" de tanta desgracia, mi mal humor desaparece. Tres vidas han albergado este vientre. Tres vidas que han crecido en su interior transformando mi cuerpo en tres ocasiones y convirtiéndolo al fin en un globo desinflado y feliz. Tres vidas que ahora corren, juegan, aprenden, se pelean, se quieren...

Cuando tumbada en el sofá, tengo a alguno de mis hijos con la oreja en este ombligo, la imagen de la vida, oculta la imperfección, y doy gracias a la naturaleza por permitirme ser espectadora de tanta belleza.







Entradas populares de este blog

Champú sólido de ortiga

Cómo abrir piñas piñoneras

¿Por qué no ha venido el ratoncito Pérez?