Ya no tengo miedo



Paseaba por el parque, arrastrando mi maleta. 60 kilos de cosas. Mis cosas.

Ya hace muchos meses que perdí mi empleo. Y entonces el miedo me encontró. Miedo a no tener suficiente para cubrir mis necesidades y las de mi familia. Miedo a quedarme sin ropa, sin comida, a no poder pagar mis facturas, miedo a vivir con menos.

Unos pasos más allá un banco, ocupado por una persona. Me siento a su lado y comienza a hablarme.


-Hola, como te llamas?
-Yo...
-Me alegro de conocerte, Yo.

Y continúa diciéndome:

- Conozco a alguien que necesita zapatos.

Abro mi maleta y le muestro unos.

-¿Como estos?
-Si, éstos le irían muy bien... Muchas gracias.
-Quédatelos, no los necesito y así mi maleta pesará un poco menos. Me duelen ya los brazos de arrastrarla por el parque. Eres tú quien me haces un favor. Los guardaba sin necesitarlos. Los conservaba por miedo a quedarme sin ellos, y ahora me has liberado.

Seguimos charlando y poco a poco mi maleta se fue vaciando. Mis cosas, (cosas que no utilizaba) iban cubriendo necesidades de otros.

Entonces metió su mano en una caja y sacó una galleta. Y me la ofreció. No tengo hambre, pensé, pero la probé. Y su sabor era diferente. Me gustó.


-Gracias...

Ahora sabía que no me quedaría sin comida. Y que con menos se puede vivir mucho mejor.

Entonces mi miedo empezó a desaparecer.

Me levanté. Ahora mi maleta era muy ligera. Tenía por fin, espacio para meter las cosas que realmente necesitaba, que nunca podía guardar por falta de espacio.

Cuando ya me marchaba, me giré para preguntarle:

-Por cierto.... ¿cuál es tu nombre?

Me miró a los ojos y con voz dulce, muy, muy despacio me dijo:

-Solidaridad.

Entradas populares de este blog

Champú sólido de ortiga

Cómo abrir piñas piñoneras

¿Por qué no ha venido el ratoncito Pérez?