Soy una mala madre

En esos momentos en los que me encuentro sola en casa, sentada en mi sofá, con la casa en silencio, los niños en el colegio, mi marido trabajando, vienen a mi mente recuerdos de cuando estaba en lo más alto de mi carrera profesional. Y entonces mi mente se traslada a aquellos tiempos en los que mi primer hijo tenía aún pocos meses.....


<------->

Lunes, 7:30 de la mañana.

Vaya día me espera!!! Reunión con dirección a las 9:00 para aprobar el presupuesto anual del departamento, después visita de un proveedor de software, a continuación....

Y mientras voy repasando mentalmente mi agenda, voy a la habitación de mi niño y al tocarle siento en mis manos su calor. Uf! Me parece que tiene fiebre!. Cojo el termómetro y lo compruebo. No puede ser, 38. Menos mal que esto lo soluciona una dosis de Dalsy.


8:30

Mi niño como una rosa. Le ha bajado la fiebre y estoy en la puerta de la guardería. Lo dejo con sus cuidadoras y me pongo al volante para llegar al trabajo en 10 minutos. 10 minutos en los que la voz de mi conciencia empieza a soltarme el sermón:

-Eres una mala madre. Mira que dejar al niño dopado en la guardería... Sabes que está enfermo. Te van a llamar para que vengas a buscarlo.

-Es que no puedo hacer otra cosa. Tengo una reunión muy importante. No puedo hacer otra cosa.


11:30

Estoy terminando un informe que tengo que entregar antes del mediodía y en ese momento, suena el teléfono. Es de la guardería

-Hola, sólo te llamo para decirte que tu niño tiene fiebre y que tienes que venir a por él.

-Oh! Vaya!! Ahora mismo voy-digo con voz sorprendida.

Y la voz de mi conciencia vuelve a decirme:

-Te lo dije.... MALA MADRE.







<------->

Desde que dejé de trabajar fuera de casa, ascendí a Ama de Casa, y me dedico a cuidar de mi familia, la voz de mi conciencia nunca me ha vuelto a decir mala madre. Lo curioso es que tampoco me ha dicho nunca, mala profesional.

La voz que sí he oído es la de mi orgullo personal. Ésta me dice a menudo:

-Anda que con lo lejos que podías haber llegado, y estás aquí de maruja.

Pero esa voz enmudece, y sale por la puerta con el rabo entre las patas, cuando Sara, mi tercera hija, que ahora tiene 4 años, se acerca a mí, me rodea con sus brazos, me planta un beso en medio de la cara y me dice:


-MAMA, TE QUIERO MUCHO.






Comentarios

Entradas populares de este blog

Champú sólido de ortiga

Cómo abrir piñas piñoneras

¿Por qué no ha venido el ratoncito Pérez?