Chocolate en mi mesita de noche

Eran las doce de la noche cuando salía de la oficina. Estaba exhausta después de 16 horas de trabajo; pero satisfecha por haber terminado todas mis tareas.
Por fin en casa. Mi chocolate estaba allí. Al lado de mi almohada. En mi mesita. Me lo tomé. Dulce como siempre, caliente, con trazas amargas, que se funden con el resto de sabores en mi paladar. Sorbo a sorbo, el día va desapareciendo. Con el último, todo vuelve a comenzar. Y me dormí...

Cuando a las 8 de la mañana entraba por la puerta, no me extrañó ver a nadie en la oficina. Estaban todos de fiesta. Me senté en mi silla, delante del ordenador y abrí el correo. 135 e-mails sin leer. ¿Por qué me habia dejado el iPhone ayer aquí?

A las 9 ya estaba. 35 eran spam. 53 de los japoneses. 10 chistes y cadenas de mis compañeros, 15 de mi jefe, 1 de mi madre y el resto, los dejé para después.

Suena el teléfono. Es mi cliente preferido. Me avisa de que me espera en la sala 2. Voy a atenderle.
Después de la reunión, me voy a almacén. Reviso los materiales, compruebo los stocks, sólo queda un paquete de folios. Hago el pedido al proveedor y vuelvo a mi despacho.

Son las 11, voy a tomar mi chocolate de la mañana. Esto me da un respiro.

Hasta el mediodía, acabo el informe de ventas del mes. Vamos bien, bien, bien.

!Qué bueno estaba el bocata que me he comido (de pie) mientras atendía el teléfono!

Voy a contestar emails que si no se me acumulan. Estos japoneses no me dejan tranquila. Pero son los que mueven la fábrica. Representan el 80% de las ventas.

Y pasó la tarde. A las 8 me puse a recoger. Vaciar papeleras, limpiar el polvo, los baños. !Mira que es grande esta oficina!

Se acabó. Me voy a casa. Eran las doce de la noche cuando salía de la oficina. Estaba exhausta después de 16 horas de trabajo; pero satisfecha por haber terminado todas mis tareas.

Y allí estaba, en mi mesita de noche, el pastel de mouse de chocolate. Esponjoso, dulce, suave.... Mi lengua lloraba de alegría. al sentir su tacto. Saboreando la última cucharada,  el sueño me venció.

El teléfono sonó. Eran las 5 de la mañana. ¿El presidente de la empresa no entiende que en este lugar del planeta, estamos durmiendo?

Bueno, me queda una hora para levantarme.

Cuando a las 8 de la mañana entraba por la puerta, no me extrañó ver a nadie en la oficina. Estaban todos de fiesta. Me senté en mi silla, delante del ordenador y abrí el correo. 50 e-mails sin leer.

En media hora, ya estaban procesados. Los 25 de los japoneses, el spam a la papelera, los 3 de mi jefe.

Suena el teléfono. Es mi cliente. Me avisa de que me espera en la sala 2. Voy a atenderle. es mi obligación. Después de la reunión, me voy a almacén. Reviso los materiales, compruebo los stocks, la gente se come los bolis o qué?. Hago el pedido al proveedor y vuelvo a mi despacho.

Son las 11, voy a tomar mi chocolate de la mañana. Esto me da un respiro.

Hasta el mediodía, analizo el informe de ventas del mes. Vamos bien, bien, bien,  j...

!Qué buena estaba la ensalada que me he comido en mi mesa mientras revisaba la cuenta resultados!

Voy a contestar emails que si no se me acumulan. Estos japoneses no me dejan tranquila. Pero son los que mueven la fábrica. Representan el 80% de las ventas.

Y pasó la tarde. A las 8 me puse a recoger. Vaciar papeleras, limpiar los cristales, fregar el suelo. !Mira que es enorme esta oficina!

Se acabó. Me voy a casa. Eran las doce de la noche cuando salía de la oficina. Estaba exhausta después de 16 horas de trabajo; pero satisfecha por haber terminado todas mis tareas.

Mmmmmm!! mi chocolate. Dos onzas en mi mesita de noche. Las observo como si fueran mi última cena. Cojo la primera entre mis dedos y con la punta de la lengua recorro toda su superficie; me impregno de su sabor.  Dulce, intenso, Se deshace en mi boca mezclándose con mi saliva. Qué rico! Y me duermo....

Mañana volveré a empezar.....

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