El fango, las piedras, las nubes y el sol

Esa noche había llovido, y lo que antes era un camino duro y firme, se había convertido en un río de barro por donde las ruedas de los carros hacían surcos al pasar. Las piedras de los lados del camino, arrastradas por el agua se hundían en el fango, mezclándose con él y abriéndole agujeros donde quedarían para siempre.

Cuando dejó de llover, el fango, cansado de recibir a tantos huéspedes en su interior, se sentía exhausto y triste. Solamente deseaba que las nubes se marcharan y dejaran que el sol pudiera visitarle.

Al día siguiente, el sol apareció. Y empezó a calentar. Y al mediodía apenas quedaba agua en su superficie. El fango, empezó a sentirse fuerte y las piedras que descansaban en su interior, ahora lejos de ser una molestia se habían convertido en parte de su estructura, haciéndolo más firme y duro. A los tres días, el camino de barro era un camino liso. Mientras el sol le acompañaba, nada podía hacerle daño. Las piedras reposaban encima del fango, sin incrustarse, sin molestar.....


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