La manzana que cayó
Erase una vez un manzano solitario que vivía en lo alto de una colina. Era verano y estaba cargado de montones de manzanas. Algunas aún verdes, otras a punto de madurar y otras, listas para ser recolectadas. Estas últimas se reían de las otras, pues sabían que pronto serían recogidas por el hombre para llevarlas a un mundo mejor. Lo que ignoraban era, que su único destino iba a ser formar parte de algún banquete o convertirse en zumo para beber.
La pequeña manzana inmadura, deseaba que pasara el tiempo para convertirse en una jugosa manzana roja, y poder seguir el camino de sus hermanas mayores. Pero aquella noche, hubo tormenta, y una fuerte ráfaga de viento la descolgó de su rama. Cayó al suelo, y el golpe arañó su piel. Rodó colina abajo, y llegó a un riachuelo formado por la lluvia que la arrastró. Cuando llegó la mañana, el agua dejó de caer y un sol radiante lucía en el cielo. Estaba llena de golpes, y buena parte de su carne quedó al descubierto.
David, 8 años. |
Medio hundida en el fango, lloraba por su suerte. Allí paso algunos dias, que se hicieron semanas, hasta que podrida, recibió al otoño. ¿Por qué? Pensaba. ¿Por qué no he tenido el mismo buen destino que mis hermanas?...
Cada vez más delgada, resistía el frio que el invierno trajo. Y aunque notaba que su corazón aun latía, estaba segura de que el final estaba cerca. Cuando se convenció de que su tiempo había terminado, un rayo de sol primaveral, le acarició cálidamente. Y empezó a sentirse bien. Escuchaba los sonidos de la naturaleza. El canto de los pájaros, el zumbido de las abejas y el mugido de una vaca. Vio como la vaca se acercaba a ella y el sol se tapó....
¡Plof!
-!NO PUEDE SER! - gritó
Cómo lo diria... Mmmmieeerd.... abono.
-!QUÉ ASCO! !ESTO YA ES LO ÚLTIMO!
Entonces fue cuando... casi.... casi.... casi... se rindió. Y cuando sólo le quedaba un último respiro, explotó. Y empezó a crecer, y se estiró hacia arriba y hacia abajo. Creció y creció hasta convertirse en lo que su verdadero destino le esperaba. Un gran árbol cargado de montones de manzanas.
Raúl, 10 años. |